Ocurrió un domingo por la mañana en una pequeña iglesia de la frontera
entre Venezuela y Colombia.
Cuando la Misa iba a comenzar sucedió sigo sorprendente: Una banda
de guerrilleros armados con fusiles salieron de la jungla y a patadas y portazos
entraron en la iglesia. El sacerdote y los fieles estaban muertos de miedo. Los
guerrilleros sacaron a rastras al sacerdote para ejecutarlo. Luego el jefe de los
guerrilleros entró de nuevo en la iglesia y preguntó:
Si alguno más cree en estas cosas de Dios, por favor dé un paso al
frente. La gente se quedó helada. Hubo un largo silencio. Finalmente, un hombre
salió y de pie frente al guerrillero dijo:
- Yo amo y creo en Jesús.
Los soldados lo prendieron y lo sacaron fuera para ejecutarlo. Algunos
más dieron un paso al frente y dijeron lo mismo. Estos también fueron sacados fuera.
A continuación sonaron los disparos de los fusiles. Cuando ya nadie más quiso identificarse
como cristianos, el jefe volvió a entrar en la iglesia y ordenó a todos que salieran
fuera.
- ¨Ustedes no tienen derecho a estar aquí adentro¨.
Y los echó a todos.
Cual no fue su sorpresa al ver al párroco y a los otros vivos. El párroco
y los otros volvieron a entrar en la iglesia para seguir celebrando la Misa y a
los otros se les avisó que no volvieran a entrar en la iglesia hasta que tuvieran
el valor de confesar y defender sus creencias.
Y los guerrilleros desaparecieron en la jungla.
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