sábado, 20 de febrero de 2021

Enséñame a reconocerte, Señor

Señor, hoy he escuchado tus golpes a mi puerta,
fuertes pero delicados, inesperados pero inconfundibles:
"He aquí que estoy a la puerta y llamo. "Ya es hora de despertar".
Puedo dar una vuelta a la llave y atrancar por dentro
(no sería la primera vez).
Tú seguirías a mi puerta, cubierto de rocío,
esperando, respetando mi libertad,
y yo iría perdiendo sensibilidad
para percibir el timbre de tu voz,
la fuerza insobornable de tus latidos
en el silencio de la noche.
Señor, no quiero seguir adormilado,
no me resigno a que despierte mi "yo superficial":
el yo de los sentidos y de las apariencias,
el yo que vive a flor de piel,
el yo que muere y se deshace,
el que no pasa la frontera.
Sacude las raíces más hondas de mi ser,
y haz que abra los ojos a ese "yo profundo"
donde tú habitas y te revelas,
donde resuena tu palabra llamando a la conversión,
donde se realiza misteriosamente
la comunión de alma contigo.
Señor, enséñame a gritarte desde lo hondo,
a escucharte desde lo hondo,
a contemplarte con "los ojos del corazón",
a esperar como el guardián que no duerme
o como las vírgenes que esperan con las lámparas encendidas.
Que toda mi historia, Señor,
se vaya convirtiendo en una vigilia
cada vez más clara, más lúcida, más luminosa.
Enséñame a reconocer tus señales
y a convivir contigo en la morada secreta
para poder luego darme a los hermanos.
Te lo pido para mí y para todos y cada uno de ellos. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario