viernes, 21 de marzo de 2025

Los regalos no hablan

Sentado a la entrada del granero, desgranaba mazorcas un campesino. Hasta ahí llegó su hijo pequeño y preguntó:
— ¿Tata, te ayudo?, sin levantar la vista el papá contestó con preguntas:
— ¿Ya has hecho tus tareas: metiste los chivos, recogiste los huevos, llevaste el agua y la leña que corté a su mamá?
— Sí, tata, tres cestas de huevos, tres garrafas de agua y dos carretillas de leña.
— Está muy bien, ándele pues, ayúdame a desgranar.
Sentado y en silencio el niño comenzó a desgranar. Casi terminaban cuando el pequeño preguntó:
— ¿Tata, puedo decirte algo?
— Claro "mijo", ¿para qué soy bueno?
El niño le dijo con tristeza:
— Tata es que mi amigo Remigio le regaló a su tata una camisa bonita.
— Humm, ¿el que no ayuda en nada a sus tatas?
— Si tata, ese
— Huum, ¿y que más quieres decirme?
— Mi amigo Jacinto le dio a su tata un sombrero de piel negra, muy bonito.
— Humm, ¿el que no hace sus tareas ?
— "Si tata”, ese
— Humm ¿y luego?
— Toribio le regaló a su tata unos zapatos de piel
— Humm ¿el que lo agarraron robando huevos?
— ¡Sí, tata” ese!
Y así el niño le fue diciendo lo que sus amigos habían comprado a sus papás. Al final el papá preguntó:
— ¿Y cuál es tu preocupación, "mijo"?
— Es que yo estuve juntando para hacerle un regalo a usted, pero al cruzar por el puente colgante, se me cayó al río la bolsita con el dinero y no tengo para su regalo.
— ¿Y eso te preocupa "mijo"?
— Si tata, porque yo quería hacerle a usted un regalo.
Aquel hombre de manos duras y piel tostada por el sol, se levantó́ el sombrero, rascándose la cabeza dijo:
— No te preocupes "mijo", los regalos no hablan, no obedecen, no ayudan, se desgastan y se tiran. Yo no soy su tata porque me des un regalo, ¡no!... “tata” lo soy porque te tengo a ti. ¿para qué quiero regalos?... yo te aseguro que todos esos “tatas”, quisieran tener un hijo así́ como tú, obediente, respetuoso, cariñoso. Pero no lo tienen, ¡lo tengo yo y es mi hijo!, y no lo tengo un día, ¡lo tengo para muchos años!... ¿para qué quiero regalo un día, si tú es mi mejor regalo?
Aquel niño, conmovido, se acercó y lo abrazó. Empezó a llorar diciendo:
— Tata... Tata... Gracias por ser mi papa.
— No “mijito”, gracias a ti por ser mi hijo.

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