mensajero de la luz, de Cristo perenne lámpara.
Con la voz, vida y acciones, profecías anunciaba,
añadiendo su martirio a las señales sagradas.
Él, al nacer, descubrió al que es del mundo esperanza,
y al propio autor del bautismo señaló sobre las aguas.
De cuya muerte inocente, que da la vida a las almas,
dio testimonio el Bautista con su sangre derramada.
Concede, Padre piadoso, seguir de Juan las pisadas,
para disfrutar con Cristo de la eterna venturanza. Amén.
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