domingo, 27 de agosto de 2017

Un agujero en la lancha

Un hombre fue llamado a la playa para pintar una lancha. Trajo con él pintura, pinceles y brochas, y comenzó a pintar la lancha de un color rojo brillante, pues así le pidieron que lo hiciera.
Mientras pintaba, se dio cuenta que la pintura estaba pasando por el fondo de la lancha. Descubrió un agujero, y decidió repararlo. Cuando terminó la pintura, recibió su dinero y se fue.
Al día siguiente, el propietario de la lancha buscó al pintor y le regaló un buen cheque.
El pintor quedó sorprendido:
– El señor ya me pagó por haber pintado la lancha. 
– Mi querido amigo, déjeme explicarle. Déjeme contarle lo que sucedió. Cuando le pedí que pintara la lancha, olvidé hablarle del agujero. Cuando la lancha se secó, mis hijos subieron y salieron de pesca. Yo no estaba en casa en aquel momento. Cuando volví y me di cuenta que habían salido con la lancha, me desesperé, pues recordé que la lancha tenía un agujero.
Imagine mi alivio y alegría cuando los vi volviendo sanos y salvos. Entonces, cuidadosamente examiné el barco y constaté que usted lo había reparado.
¿Se da ahora cuenta de lo que hizo? ¡Salvó la vida de mis hijos! Usted lo hizo porque fue más allá de lo que se le pidió. Hizo más de lo que tenía que hacer.
– Muchas Gracias, contestó el pintor, hice lo que tenía que hacer.
– No tengo dinero suficiente para pagarle por su buena acción…
Moraleja:
Medite sobre eso. No te limites a hacer solamente lo que esperan de ti. No importa para quien, cuándo y de qué manera. Da siempre lo mejor de ti.

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