sábado, 2 de septiembre de 2017

El saco de pulgas

Cuenta la leyenda que el brujo Perrón y el mago Chuchín tenían una de las mejores colecciones de pulgas del mundo, las más listas, saltarinas y fuertes, utilísimas para cualquier hechizo. Llevaban siempre no menos de mil pulgas cada uno, bien guardadas en sus sacos de cristal, para que todos pudieran apreciar sus cualidades.
En cierta ocasión, el brujo y el mago coincidieron en el bosque, y entre charlas y bromas se hizo tan tarde que tuvieron que acampar allí mismo.
Mientras dormían, el mago Cuchín estornudó tan fuerte y mágicamente, que miles de ardientes chispitas escaparon de su nariz, con tal mala suerte que una de ellas llegó a incendiar las hojas sobre las que el brujo y el mago habian dejado sus pulgas. Como los hechiceros seguían dormidos y el fuego se iba extendiendo las pulgas empezaron a ponerse nerviosas. Todas eran tremendamente listas y fuertes, así que cada una encontró una forma de escapar del fuego, y saltaba con fuerza para conseguirlo. Sin embargo, como saltaban en diferentes direcciones, los sacos seguían en su sitio ye el fuego amenazaba con acabar con ellas. Entonces, una de las pulgas del mago vio a todas las pulgas saltando en su saco sin ningún control, y se dio cuenta de que nunca se salvarían asi. Y dejando de saltar, reunió a un grupo de pulgas y las convenció para saltar todas juntas.
El grupito empezó a saltar conjuntamente, y el resto de pulgas de su mismo saco no tardó en comprender que saltando juntas sería más fácil escapar del fuego, así que al poco todas las pulgas saltaban juntas en la misma dirección Las pulgas del saco del brujo, al verlo, hicieron lo mismo, y balancearon tanto los sacos de cristal que llegaron a chocar el uno contra el otro y se rompieron en mil pedazos, dejando las pulgas libres para escapar del fuego.

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