domingo, 8 de abril de 2018

Quiero verte, Señor

Nunca te he visto, Señor, con mis ojos,
pero te has hecho presente en mi vida
y me has dado el don de la fe
por medio del cual he podido reconocerte.
No he conocido el timbre de tu voz,
pero el tono de tus palabras
deja en mi un gusto inconfundible de paz y luz,
de ganas de entregarme
tal como tú lo hiciste y lo haces.
No he tocado tus heridas con el dedo,
pero me he sentido tantas veces curado
por tu mirada y tu palabra que sé
que tus cicatrices tienen mucho que ver conmigo.
Por esto ya no me asusto (o procuro no asustarme)
cuando siento que me envías,
como el Padre te ha enviado.
Sé que creer en ti y seguirte
es el camino que conduce a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario