San José, esposo de la Virgen María,
animado por la confianza en tu bondad y
poder,
pido que protejas y bendigas a mi familia.
Tú que experimentaste la angustia por la
pérdida del niño,
guía a mis hijos por el sendero del bien y
defiéndelos
de los peligros de la vida presente y de
la muerte eterna.
Glorioso San José, a quien el Papa confió
la protección de la Iglesia Universal, defiéndela
de todo peligro.
Acompaña a sus Pastores para que sean
custodios fieles
de la justicia, verdad, paz, verdad y
vida,
como tú lo fuiste de Jesús y María.
En tus manos pongo mis angustias y
alegrías,
mis cruces y anhelos para que al final de
la vida
podamos gozar contigo de la felicidad
eterna en el paraíso.
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