Fábula japonesa
Había una vez un samurái que tenía la
costumbre de pasear con su perro al cual tenía una gran estima.
Un día, su perro se alejó de él y
jugueteaba con las hojas que caían de los árboles. Más grande fue la sorpresa
del samurái, cuando de repente su perro se lanzó corriendo contra él con aire
fiero y muchos deseos de morder.
El samurái, que estaba bien entrenado,
desenvainó su espada y justo cuando el perro saltó le cortó la cabeza.
El samurái no entendió por qué de
repente su fiel perro se puso en contra suya.
Entonces, levantó la cabeza y vio como
una serpiente, que estaba en una rama, se estaba acercando peligrosamente a él.
Cuando el samurái comprendió que lo que intentaba su perro era salvarle y no
lastimarle, lloró amargamente.
Fue entonces cuando recordó una vieja
enseñanza de su maestro: “El sentido de una acción no siempre es fácil de
interpretar. Por eso, antes de desenvainar tu espada, asegúrate que esa es tu
única opción”.
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