sábado, 17 de febrero de 2018

La grandeza de lo pequeño

  Ángel Sanz Arribas, cmf 

Señor y Padre mío,
ayúdame a comprender la grandeza de lo pequeño:
a percibir el milagro de un grano de mostaza
que se pierde en la palma de la mano.
Creo, Señor, que en el ser más insignificante
late el misterio de tu presencia y de tu acción creadora.
Enséñame a apreciar el valor de una mirada amable,
de una sonrisa complaciente, de un gesto benévolo,
de un silencio respetuoso.
Dame sabiduría para alcanzar el sentido último
de tus palabras: “Si no os hacéis como niños...”.
Regálame unos ojos nuevos que me permitan descubrir,
y admirar la pequeñez de tu sierva, cantora del Magnificat
y primera mujer de la historia, María, tu Madre.
Hazme presentir el misterio de tu infinita simplicidad,
de tu adorable sencillez siempre desconcertante.
Dame, Señor, un corazón humilde, un alma contemplativa
y unas manos dispuestas a colaborar contigo
en la construcción del mundo y de la historia.
En un silencio profundo, gozoso y permanente. Amén.

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