miércoles, 27 de junio de 2018

Vida verdadera

              Florentino Ulibarri

Aquí estoy, Señor, con hambre y sed de vida.
Soñando que me lo monto bien,
creyendo que sé vivir, consumo sin parar ligeros placeres,
Y mi hambre y sed no desaparecen.
Aquí estoy, Señor, con hambre y sed de vida.
Demasiado educado para ser blasfemo.
Demasiado tradicional para ir más allá de lo legal.
Demasiado cauto para saborear triunfos.
Demasiado razonable para correr riesgos.
Demasiado acomodado para empezar de nuevo...
Y mi hambre y sed no desaparecen.
Aquí estoy, Señor, con hambre y sed de vida.
Mas sin pedirte mucho, para no desatar tu osadía;
amando sólo a sorbos, para no crear lazos;
rebajando tu evangelio, para hacerlo digerible;
soñando utopías sin realidades;
caminando tras tus huellas sin romper lazos anteriores...
Y mi hambre y sed no desaparecen.
Silba, Señor, tu canción de buen pastor, la que nos susurraste
en los atardeceres de aquella primavera galilea
tan llena de recuerdos y emociones;
que se oiga por lomas y colinas,
barrancos y praderas, pueblos, calles y fronteras...
Despiértanos de esta siesta.
Defiéndenos de tanta indolencia.
Condúcenos a los pastos de tu tierra.
Danos vida verdadera.

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