sábado, 28 de julio de 2018

Raíces profundas

Tiempo atrás, tuve un vecino cuyo "hobby" era plantar árboles en el extenso terreno de su casa. Algunas veces observaba desde mi ventana el esfuerzo para plantar árboles y más árboles todos los días. Entretanto, lo que más me llamaba la atención era el hecho de que jamás regaba los árboles nuevos que plantaba.
Noté después de un tiempo que sus árboles tardaban mucho en crecer. Cierto día, decidí acercarme a él y le pregunté si no tenía dudas de que los árboles no crecieran, porque nunca los regaba. Fue entonces cuando con un aire orgulloso, me describió su fantástica teoría. Me dijo que si regase sus plantas, las raíces se acomodarían a la superficie y quedarían siempre esperando el agua más fácil venida de encima. Como él no los regaba, los árboles tardarían más en crecer, porque sus raíces tenderían hacia lo profundo buscando el agua y las variadas fuentes nutrientes encontradas en las capas más hondas del suelo. Esa fue la charla que tuve con aquel vecino mío. Meses después me fui a vivir a otro país, y nunca más lo volví a ver.
Años más tarde, al retornar del exterior, fui a dar una vuelta por mi antigua residencia. Al aproximarme, encontré un bosque que antes no había. ¡Mi antiguo vecino había realizado su sueño! Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no resistieran la fuerza del viento. Mientras tanto, los árboles de la casa del que había sido mi vecino estaban sólidos, prácticamente no se movían, resistiendo aquel vendaval como si nada.
Efecto curioso, pensé yo... Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, sin otro riego que el agua de lluvia, parecían haberlos beneficiado, como si hubiesen recibido el mejor de los tratamientos.
Todas las noches, antes de acostarme, echo siempre una mirada a mis hijos, me acerco a sus camas y observo cómo han crecido. Y rezo por ellos. La mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles. “Dios mío, libra a mis hijos de todas las dificultades y agresiones de este mundo”. He pensado que es hora de cambiar mi plegaria. Sé que ellos encontrarán innumerables problemas, y ahora me doy cuenta de que mis oraciones para que las dificultades no ocurran, han sido demasiado ingenuas... pues siempre habrá una tempestad ocurriendo en algún lugar. Al contrario de lo que había hecho, ahora pediré que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan sacar energía de las mejores fuentes, de las más divinas y espirituales.

Rezamos demasiado para no tener dificultades, pero lo que necesitamos hacer es pedir para desarrollar raíces fuertes y profundas, de tal manera que, cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos con valor y no seamos dominados.

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