viernes, 21 de septiembre de 2018

Desayunar con mi esposa enferma de Alzheimer

Era una mañana movida, a las 8:30, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le retiraran los puntos de su dedo pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00. La enfermera le pidió que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora. Viéndolo mirar continuamente su reloj, decidió examinar su herida.
Mientras lo curaba le preguntó si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado. El señor le dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa.
El doctor le preguntó sobre la salud de ella.
El le respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le preguntó si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Le respondió que hacía tiempo que ella no sabía quién era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
El doctor, sorprendido, le preguntó:
- ‘¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?’
El sonrió y le dijo:
- “Ella no sabe quién soy, pero yo aún sé quién es ella y la quiero.”
Al doctor se le erizó la piel, y tuvo que contener las lágrimas. Mientras él señor se iba pensó, “Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida.

El Amor Verdadero no es físico, ni romántico. El Amor Verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no serás en la vida. La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; sólo hacen todo, lo mejor que pueden. En la vida no se trata de sobrevivir a una tempestad, se trata de saber ¡¡cómo bailar bajo la lluvia!!
Ahora nos quedan tres cosas: la FE, la ESPERANZA y el AMOR. Pero la más grande de TODAS es el AMOR” (1 Corintios 13:4-13).

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