miércoles, 10 de abril de 2019

Explicando en clase con un corcho


Hace años, un inspector escolar hizo una visita a una escuela primaria. En su recorrido por las aulas encontró a una maestra atrincherada detrás de su escritorio, mientras los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.
Decidió entrar y presentarse:
- Permiso, soy el inspector... ¿algún problema?
- Estoy abrumada señor, no sé qué hacer con estos niños... No tengo láminas, la Secretaría no nos envía material didáctico, la verdad es que no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles...
El inspector, que era un docente de vocación, vio un corcho sobre el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los niños:
- ¿Qué es esto?
- Un corcho señor... -gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿de dónde sale el corcho?
- De la botella señor.
- Lo pone una máquina, de un árbol... de la madera..., respondían animosos los niños.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, continuaba entusiasta el docente.
- Sillas... una mesa... un barco...
- Bien, veamos…. un barco ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué estado pertenece. ¿Y cuál es el siguiente puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que nació allí? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda alguna canción de este lugar?
De este modo comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
-Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas gracias.
Al día siguiente, el inspector volvió a pasar por aquella aula y encontró a la maestra, nuevamente acurrucada detrás de su escritorio, con los alumnos otra vez en total desorden...
- Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
- Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que volvió. No he encontrado su corcho ¿Dónde lo dejó?...

La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra imaginación; es osadía, aventura para descubrir y aprender de los cambios; es una respuesta hábil y no una impotencia explicada o un reclamo por lo que nos falta.

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