En una cacería, una
manada de tigres fue abatida por los cazadores. Sólo se salvó un cachorro
tigre. Al día siguiente pasó por allí un rebaño de cabras y lo adoptaron. El
cachorro tigre se convirtió en una cabra, comía hierba y vivía como las cabras.
Nuestro cachorro
tigre intuía que era algo diferente y cuando contemplaba su imagen en el agua
se veía distinto de las cabras.
Un día un tigre
grande, maduro y macho se acercó donde las cabras pastaban y todas huyeron
despavoridas. El cachorro tigre se quedó quieto, mirando y esperando.
De repente el tigre
rugió con toda su fuerza. Los ojos del pequeño se abrieron y supo quién era. No
era una cabra. Era un tigre. Corrió hacia el gran tigre, le siguió y pasó con
él el resto de sus días.
Algo en su interior
le decía que no era una cabra. Algo en su interior le decía que no era una más
del rebaño. Cuando oyó el rugido hermano, se despertó en él la imagen perdida y
supo quién era, descubrió su identidad.
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