Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y
egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo no dejaba de recordarme
lo neurótico que yo era. Y me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba
cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico
que estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con
él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él.
De manera que me sentía impotente y como atrapado. Pero un día me dijo:
- ¨No cambies. Sigue siendo tal cual eres. En realidad no importa que
cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de
quererte¨. Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: ¨No cambies. No cambies…
Te quiero…¨
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh maravilla!, cambié.
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