sábado, 5 de febrero de 2022

Las cicatrices de los clavos

Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre intentó ayudarle de todas maneras, sin resultado alguno. Un día le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar uno detrás de la puerta.
El muchacho aceptó la propuesta de su padre. El primer día clavó 37 clavos, algo que le supuso un gran trabajo. Durante los días que siguieron, a medida que aprendía a controlar su temperamento, clavaba cada vez menos clavos.
Descubrió que era más fácil dominarse que clavar clavos detrás de la puerta.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Su padre le sugirió que retirara un clavo por cada día que lograra dominarse.
Los días pasaron y, pronto, pudo anunciar a su padre que no quedaban clavos que retirar.
El hombre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le dijo:
- "Has trabajado duro, hijo mío, pero mira esos agujeros en la madera: nunca más será la misma.”

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