lunes, 6 de marzo de 2023

Soy tú

Era un discípulo honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento. Un anochecer, cuando las chicharras rompían el silencio de la tarde, acudió a la modesta casita de un sabio y llamó a la puerta.
-- ¿Quién es? -preguntó el sabio.
-- Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual.
-- No estás lo suficientemente maduro -replicó el sabio sin abrir la puerta-. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso.
Después regresa y te daré instrucción. Al principio, el discípulo se desanimó, pero era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño y rastrean la verdad aun a riesgo de su vida. Así que obedeció al sabio.
Buscó una cueva en la falda de la montaña y durante un año se sumió en meditación profunda. Aprendió a estar consigo mismo; se ejercitó en el Ser.
Sobrevinieron las lluvias del monzón. Por ellas supo el discípulo que había transcurrido un año desde que llegara a la cueva. Abandonó la misma y se puso en marcha hacia la casita del maestro. Llamó a la puerta.
-- ¿Quién es? -preguntó el sabio.
-- Soy tú -repuso el discípulo.
-- Si es así -dijo el sabio -, entra. No había lugar en esta casa para dos yoes.

El Maestro dice: Más allá de la mente y el pensamiento está la Sabiduría.

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