sólo desde la fe van creciéndole alas.
Desde el cimiento mismo del corazón despierto,
desde la fuente clara de las verdades últimas.
Ver al hombre y al mundo con la mirada limpia
y el corazón cercano, desde el solar del alma.
Tarea y aventura: entregarme del todo,
ofrecer lo que llevo, gozo y misericordia.
Aceite derramado para que el carro ruede
sin quejas egoístas, chirriando desajustes.
Soñar, amar, servir, y esperar que me llames, tú, Señor,
que me miras, tú que sabes mi nombre.
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