lunes, 4 de junio de 2018

La parábola del padre perdido

                            Franz W. Niehl 

Un hombre tenía dos hijos. Tenía también negocios que le daban mucho trabajo. A menudo volvía tarde a casa; y lo que entonces buscaba era su tranquilidad.
Un día ya no volvió. Se quedó en la ciudad donde trabajaba. Y llegó a oídos de su mujer, que vivía allí con otra.
Después de algún tiempo, ésta llegó a saber que los negocios de aquel hombre habían ido al traste, y que por motivo de estafas le habían llevado a tribunales y había acabado en la cárcel.
Pasados los años, un buen día aquel hombre apareció a la puerta de casa. Pálido y delgado, no era capaz de pronunciar palabra alguna. La mujer le abrazó, le proporcionó ropa limpia y comenzó a preparar algo para comer.
Cuando el hijo menor volvió del colegio se sorprendió al ver a su madre sentada a la mesa, en compañía de su padre. Sin decir palabra se sentó callado a la mesa y el padre, avergonzado y entre balbuceos, les contó lo que había sido su vida en los últimos años.
Cuando terminaron de comer, el padre se quedó con su hijo en la mesa y dijo:
- "Realmente no os merezco, ni a vosotros, que sois mis hijos, ni, sobre todo, a vuestra madre".
Y le brotaron las lágrimas.
Después de un tiempo, el hijo respondió:
- "Padre, tú habías muerto para nosotros y yo te he odiado un montón por habernos abandonado. Pero ahora me alegro que estés otra vez con nosotros y que intentemos, de nuevo, vivir juntos".
A la noche vino el hijo mayor después de su trabajo y vio sorprendido a su madre, a su hermano y a su padre, sentados juntos y hablando entre ellos. Su padre se levantó y fue hacia él intentando abrazarle, pero el hijo mayor se apartó sin pronunciar palabra. Se encerró en su habitación y no quiso hablar más con ninguno de ellos.

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