sábado, 25 de agosto de 2018

El arcoiris: la hermosura de la unión


Una historia hindú dice que en cierta ocasión los colores comenzaron a pelearse. Cada uno quería ser el más importante. 
El verde alegaba que era el color de la vida y la esperanza, y el más repartido por la naturaleza. 
El azul reivindicaba ser el color del agua, del mar, del cielo y de la paz. 
El amarillo decía ser el color de la alegría, del sol y de la vitalidad. 
El naranja pretendía ser el color de la salud, de la vitamina y de la fuerza: sólo había que pensar en las naranjas, mangos, papayas, zanahorias y calabazas. 
El rojo subrayaba su fuerza y valor, su pasión y su fuego. 
El púrpura indicó que era el color de la nobleza y del poder. 
Y el añil hizo notar que era el color del silencio, de la reflexión, de la oración y de los pensamientos profundos.
La lluvia observó la disputa e intervino con fuerza: los colores se acurrucaron entre sí y se fundieron en uno. Cuando cesó la lluvia, se desplegaron en forma de arco iris y todos y cada uno de ellos lució su belleza sin rivalidades… Y se dieron cuenta de la hermosura de la unión.

Señor Jesús: De nuevo hoy nos invitas a pensar en el valor de la fuerza. 
Y es que tú conoces nuestro corazón 
y sabes cuántas energías perdemos en enfrentamientos tontos; 
mientras que cada uno se enriquecería y enriquecería a los demás, 
si en lugar de enfrentarnos nos uniéramos.
Ayúdanos a ser capaces de unirnos. 
Te pedimos por todas esas personas que en lugar de la unión 
buscan la división y el enfrentamiento; 
y por aquéllos que son capaces de promover la unión y la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario