martes, 21 de agosto de 2018

Quita de mí el corazón de piedra

Señor, quita de mí el corazón cerrado,
un corazón que pone llave a lo que pasa dentro con el pretexto
de que sólo él entiende lo que le pasa y nadie más...
Quita de mí el corazón enredado
que vive dando vueltas sobre sí mismo...
Quita de mí el corazón lleno de espinas
que vive siempre a la defensiva...
Un corazón guardado a veces
para una supuesta ocasión que nunca llega,
un corazón enamorado de sí mismo...
Quita de mí el corazón víctima
que considera que todos lo han herido,
que no le queda sino estarse sólo con él,...
Quita de mí Señor, el corazón empachado de sí mismo
que harta a los demás hablando de sí,
y nunca baja a los demás.
Un corazón que se pasa la vida contemplándose a sí mismo,
ególatra, autosuficiente, que necesita de los demás para sentirse admirado.
Quita de mí el corazón dividido, disperso, desordenado,
desprovisto de la capacidad de elegir...
Que se queda solo lo que entra por los sentidos,
la calle, la televisión, internet, que lo hacen esclavo.
Quita de mí el corazón implacable, que no se perdona nada,
que vive a presión, que no sabe disfrutar.
Un corazón que, persiguiendo un ideal inalcanzable, vive frustrado
porque no tiene la humildad de reconocer que no todo lo puede...
Quita de mí Señor, el corazón enfermo de apariencia,
abrumado de la necesidad de contentar a los otros,
un corazón enfermo de "tener que" y no poder disfrutar...
Quita de mí Señor, el corazón de piedra... Amén.

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