Era
un día cualquiera cuando un pobre labrador escuchó un ruido bajo la rueda del arado;
desconcertado miró y descubrió un tronco lleno de monedas de oro. Toda una fortuna
para él. El hombre arrastró el tronco hasta su rancho y lo enterró profundamente
en su jardín.
Pasaron
los días y no sabía qué debía hacer con toda esa fortuna. Imaginó todo lo que
podría comprar y decidió dejarlo enterrado durante un tiempo prudencial y usarlo
poco a poco. Con ese tesoro, cualquier cosa podía resolverse y por fin tenía una
seguridad ante cualquier imprevisto, calamidad o escasez.
Pero
contar con ese tesoro, no sólo le dio seguridad, también cambió el carácter de
nuestro hombre, que empezó a mostrarse relajado y de ser una persona gruñona y
taciturna, pasó a ser un hombre chispeante y agradable. Su temor e intolerancia
dejaron paso a la confianza, la fe y la compasión. De hecho, empezó a ver la vida
como una experiencia hermosa y feliz, sabiendo que, aunque lleguen situaciones
duras, sería capaz de hacerles frente.
Toda
la vida de este hombre, dio un giro radical para su propio bien y el de su familia,
amigos y allegados, llegando incluso a transformar el estado de la comarca, pues
al volverse un hombre esforzado, positivo e influyente, su marco de acción se
engrandeció sustancialmente, tanto que la abundancia y la prosperidad caracteriza
ahora su vida.
Y
así pasaron los años, hasta que le llegó el tiempo de partir. Antes de expirar,
reunió a sus hijos y les reveló su increíble y bien guardado secreto. Después
de eso, ya podía morir en paz.
Al
día siguiente, muy temprano, sus hijos cavaron afanosamente en el lugar indicado,
y encontraron el tronco. Pero, para sorpresa de todos, estaba totalmente vacío.
Lo que nadie nunca supo, es que las monedas habían sido robadas por unos aventureros
desde hacía más de diez años.
¿Cuál
es el verdadero tesoro? No fue el hecho de ser rico lo que dio seguridad y felicidad
a nuestro héroe, sino más bien el pensamiento de que tal riqueza existía y que estaba
a su disposición, lo que despertó una nueva actitud en él.
Esta
historia nos da una perspectiva acerca del poder que tienen nuestros
pensamientos. Cuando
tengamos la sensación de que somos desgraciados, rechazados, olvidados, no
merecedores de algo, o decididamente malvados, pensemos si no estamos otorgando
un poder especial a nuestros pensamientos.
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