Aquel
joven era consciente de la importancia de la comunicación, y al mismo tiempo
sabía lo difícil que resultaba entrar en comunicación con la otra persona; sin
embargo sentía la necesidad de la misma para «poder ser persona».
Por
ello un día se dirigió al sabio del lugar a preguntarle:
-
¿Cuál es el secreto de la auténtica comunicación?
-
Entra primero en el silencio para conocerte.
Después
de un tiempo, el joven regresó contento a buscar al sabio:
-
He conseguido entrar en la soledad y he podido conocerme en profundidad. ¿Estoy
maduro para la comunicación?...
-
Ahora -repuso el sabio- te queda lo más importante: salir de ti mismo y ponerte
en el lugar del otro. Sólo entonces sabrás comunicarte.
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