Al terminar el mes de Octubre, mes del Rosario
Yo
siempre me preguntaba ¿A quién se le habrá ocurrido repetir el Ave María tantas
veces? ¿Que sentido tiene?
Una
leyenda cuenta que un Hermano Lego (que no era sacerdote) de la Orden de los
Dominicos, no sabía leer ni escribir, por lo que no podía leer los Salmos, con
los que los frailes rezabanen los conventos de la época. Entonces, cuando terminaba
sus labores por la noche (él era el portero, el barrendero, el hortelano,
etc...) se iba a la capilla del convento y se ponía frente a la imagen de la
Virgen María , y recitaba 150 avemarías (el número de los salmos), luego se retiraba
a su celda a dormir. Por la mañana, de madrugada, se levantaba antes que todos
sus hermanos y se dirigía a la capilla para repetir su costumbre de saludar a
la Virgen.
El
Superior notaba que todos los días, cuando él llegaba a la capilla para
celebrar las oraciones de la mañana con todos los monjes, había un exquisito
olor a rosas recién cortadas y tuvo curiosidad, por lo que preguntó a todos
quién se encargaba de adornar el altar de la Virgen tan bellamente, a lo que la
respuesta fue que ninguno lo hacía, y los rosales del jardín no se notaban
faltos de sus flores.
El
Hermano lego enfermó de gravedad; los demás monjes notaron que el altar de la
Virgen no tenía las rosas acostumbradas, y dedujeron que era el Hermano quien ponía
las rosas. ¿Pero cómo? Nadie le había visto jamás salir del convento, ni
tampoco sabían que comprara las bellas rosas. Una mañana les extrañó que el se
había levantado, pero no lo hallaban por ninguna parte. Al fin, se reunieron en
la capilla, y cada monje que entraba se asombraba, pues el hermano lego estaba
arrodillado frente a la imagen de la Virgen, recitando extasiado sus avemarías,
y a cada una que dirigía a la Señora, una rosa aparecía en los floreros. Así al
terminar sus 150 saludos, cayó muerto a los pies de la Virgen.
Con
el correr de los años, Santo Domingo de Guzmán, (se dice que por revelación de
la Santísima. Virgen) dividió las 150 avemarías en tres grupos de 50, y los
asoció a la meditación de la Biblia: Los Misterios Gozosos, los Misterios
Dolorosos y los Misterios Gloriosos, a los cuales el Beato Papa Juan Pablo II
le añadió los Misterios Luminosos.
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