jueves, 27 de febrero de 2020

Bajo la chimenea


A los jóvenes que venían a su escuela por primera vez, Rabí Bunam les contaba la historia de Rabí Ezequías, hijo de Rabí Jekel de Cracovia.
Después de pasar años y años en medio de la pobreza y la miseria que, nunca le hicieron perder la confianza en Dios, un día recibió en sueños la orden de ir a Praga para buscar un tesoro bajo el puente que conduce al palacio real.
Al principio no hizo caso, pero cuando el sueño se repitió por tercera vez, Ezequías se puso en camino y llegó a pie a Praga. Pero el puente estaba vigilado día y noche por centinelas que hacían guardia y él no se atrevió a ponerse a excavar en el sitio indicado. No obstante, volvía al puente todas las mañanas, dando vueltas a su alrededor hasta la noche. Por fin un día, el capitán de la guardia real, que había notado su continuo ir y venir en torno al puente, se le acercó y le preguntó si había perdido algo o esperaba a alguien. Ezequías le contó el sueño que lo había llevado hasta allí desde su lejano país.
El Capitán estalló en carcajadas:
- Pero infeliz, ¿por hacer caso de un sueño has venido andando desde tan lejos y estás aquí perdiendo el tiempo? ¡¡Lo tienes claro si te fías de los sueños!! Entonces también yo debería haberme puesto en camino y llegar hasta Cracovia, a casa de un judío, un tal Ezequías, hijo de Jekel, para buscar un tesoro que tiene bajo su chimenea... Ya ves, me vería dando vueltas por toda Cracovia, llamando a todas las puertas y poniendo patas arriba todas las casas en una ciudad donde la mitad de los judíos se llaman Ezequías y la otra mitad Jekel.
Y se echó a reír de nuevo.
Ezequías se despidió muy cortésmente y volvió a su casa lo más rápido que pudo... buscó bajo la chimenea y encontró el Tesoro, lo desenterró y con él construyó la sinagoga del pueblo...

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