Es hora
de volver a casa,
desde
este país donde ya no hay alimento
que
pueda saciar mi hambre.
Miércoles de ceniza:
Hora de
hacer una hoguera con todo mi egoísmo y estupidez.
Hora de
reducir a cenizas mi absurda torre de Babel
y
bajarme a la tierra y comenzar a dar manos.
Hora de
quitar estorbos de mis oídos,
y hacer
silencio para volver a escucharte y a escucharme.
Miércoles de ceniza:
Hora de
entrar en el horno de tu Espíritu
y
dejarme transformar en la vasija que tú quieras.
Aunque
mi ‘sí’ quedó hecho cenizas,
sé que
puedo renovarlo. Y quiero hacerlo, con tu ayuda.
Miércoles de ceniza:
Cuarenta días para dejarme encontrar por Ti,
para
darme cuenta de que me esperas a la puerta de casa.
Cuarenta días para pedirte perdón
y
ayunar de tantas cosas que me sobran y otros necesitan.
Cuarenta días para escuchar más atento tu Palabra,
y dejar
que sea tu Pan quien me sacie
y tu
perdón quien me restaure.
Un poco de ceniza en el rostro
me puede poner en camino de verdad:
No hay camino fuera de Dios.
Y hoy mismo comienzo el camino de retorno a Tu
casa, Señor.
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