jueves, 26 de marzo de 2020

Limpiar los cristales


Una pareja de recién casados, se mudó para vivir en un barrio muy tranquilo. 
La primera mañana que estaban en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la ventana, que una vecina colgaba sábanas en el tendedero.
- ¡Que sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! Quizás necesita un jabón nuevo… ¡Me agradaría ayudarla a lavar las sábanas!
El marido miró y se quedó callado.
Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y el viento.
Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas, y dijo al marido:
- ¡Mira, por fin nuestra vecina aprendió a lavar la ropa! ¿Le habrá enseñado otra vecina?
El marido le respondió:
- ¡No, hoy me he levantado temprano para limpiar los cristales de nuestra ventana!

Y la vida es así. Todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Antes de criticar, quizás sería conveniente comprobar si hemos limpiado el corazón para poder ver más claro.
Entonces podremos ver claramente la limpieza del corazón de los demás…
“El ojo misericordioso será bendito”. Proverbios 22, 9

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