sábado, 11 de junio de 2022

Un padre, su hijo y… el burro

Un padre acompañado de su hijo de corta edad y su burro, tenían que cruzar cada semana la plaza principal de un pueblo para dirigirse a realizar unos trabajos en una aldea un tanto distante.
Un buen día, el niño iba montado en el burro y el padre caminando cerca del mismo pasaban por la plaza del pueblo, concurrida de vecinos, -como era habitual-, que miraban con curiosidad la escena que se presentaba ante sus ojos. Una vez rebasada la plaza principal, los vecinos comenzaron a criticar:
- Será posible? ¡el niño, fuerte y robusto montado en el burro, y el pobre padre ya mayor y achacoso caminando! ¡Qué poca vergüenza!
Este hombre llegó a oír dichas críticas. La siguiente semana, era él mismo el que iba sobre el burro y el niño caminando, azuzando al animal. Los vecinos del pueblo al ver esto, arremetieron con sus críticas hacia el padre:
- ¡Qué poca vergüenza! ¡el pobre crío caminando y él tan contento sobre el burro! ¡qué padre más despiadado!
Con el fin de no recibir tantas críticas, a la semana siguiente, pasan delante de los vecinos del pueblo, tanto el padre como el hijo montados en el burro; al ver esto, aquellos que estaban sentados en la plaza volvieron a criticar:
- Cómo es posible que tengan tan poca consideración por el animal. ¡los dos, sentados tranquilamente y el pobre animal, derrengado, llevándolos sobre su lomo!
Pasó un tiempo y, al tener una vez más que pasar por el pueblo, para evitar de una vez por todas todo tipo de crítica, el padre y el hijo van caminando, llevando al burro atado con una cuerda. Al ver esto, los vecinos del pueblo, no pueden dejar de exclamar:
- ¡Serán estúpidos!, para qué quieren el burro, los dos caminando y el burro moviéndose a sus anchas; qué poco cerebro tienen!

MORALEJA: Es imposible satisfacer a todos en todo momento. Lo importante es saber tomar decisiones sabias sin estar pendientes del que dirán.
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