Un
día, Jorgito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.
Su padre, lo llamó. Jorgito, le siguió, gritando:
-
Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo
conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!
Su
padre, un hombre sencillo, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al
hijo, quien continuaba diciendo:
-
Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló delante de mis amigos. ¡No
acepto eso! Me gustaría que se ponga enfermo para que no pueda ir más a la
escuela.
El
padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa,
de donde cogió un saco lleno de carbón que llevó hasta el final del jardín y le
propuso:
-
¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es
Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que
va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo.
Después vuelvo para ver como ha quedado.
El
niño lo aceptó como un juego y comenzó a lanzar los trozos de carbón, pero como
el tendedero estaba lejos, pocos de ellos acertaron a la camisa.
Cuando,
el padre regresó y le preguntó:
-
Hijo ¿qué tal te sientes?
-
Cansado pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El
padre tomó al niño de la mano y le dijo:
–
Ven conmigo quiero mostrarte algo.
Lo
colocó frente a un espejo que le permitía ver todo su cuerpo. ¡Qué susto!
Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el
padre dijo:
-
Hijo, como puedes ver la camisa ha quedado un poco sucia pero no es comparable
a lo sucio que has quedado tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y
multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de
alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en
nosotros mismos.
Ten
mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.
Ten
mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.
Ten
mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.
Ten
mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.
Y
ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá en gran medida tu
destino.
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