martes, 30 de mayo de 2017

La herencia de los camellos

Un hombre que tenía 17 camellos y tres hijos, murió. Cuando el testamento fue leído, decía que la mitad de los camellos sería para el hijo mayor, un tercio para el segundo y un noveno para el tercero.
¿Qué hacer? Si eran 17 camellos; ¿cómo dar la mitad de 17 al hermano mayor? ¿Uno de los animales había que partirlo por la mitad? Además, eso no resolvería nada, porque un tercio de 17, había que dar al segundo hijo. Y la novena parte al tercero.
Los hijos corrieron a buscar al hombre más erudito de la ciudad, un estudioso, un matemático. El hombre razonó mucho pero no consiguió encontrar la solución, aunque era un buen matemático.
Entonces alguien sugirió:
- “Es mejor buscar a alguien que sepa de camellos, no de matemáticas”.
Encontraron entonces al Anciano de Güémez, hombre inculto pero sabio y con mucha experiencia. Le contaron el problema.
El filósofo se rió y dijo:
- “La solución es muy simple, no se preocupen”. 
Casualmente alguien le había regalado un camello al Anciano, y les dijo:
- Les presto este camello para hacer las cuentas. Ahora son 18 camellos
Entonces, procedió a hacer la división. 9 fueron para el primer hijo, que quedó satisfecho. Al segundo le tocó la tercera parte -6 camellos- y al tercer hijo le dieron 2 camellos, o sea, la novena parte.
Sobró 1 camello: El que fue prestado.
El Anciano tomó su camello y dijo:
- “Ya está, ahora ya se pueden ir”.

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