martes, 15 de mayo de 2018

Oración de los agricultores

Ya somos pocos, Señor. Y cada día menos.
El campo va quedándose huérfano.
Damos de comer a todos y la humanidad nos vuelve la espalda;
peor aún, nos acosa y nos persigue, haciéndonos la vida cada día más dura.
Pero, Señor, Creador del universo, yo quiero mi tierra.
En ella nací y en ella he dejado y sigo dejando mi experiencia.
En ella vivieron y murieron mis padres y abuelos.
Tú también, Dios hecho hombre, Jesús de Nazaret,
tuviste mucho cariño a la naturaleza.
La tierra y los árboles, los animales y el agua, las flores
fueron buena noticia en el anuncio de tu Reino de amor y de servicio.
Entre las muchas cosas bellas que dijiste acerca de la creación,
recuerdo con satisfacción aquello que trae tu discípulo Juan:
“Yo soy la vid y vosotros los sarmiento o ramas.
Si alguien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto
pero sin mí nada pueden hacer.” (Juan 15, 5)
Saber todo esto me da mucha alegría.
Somos ramas del único árbol de vida que eres tú, Jesucristo.
Y en ti y por ti estamos invitados a adelantar tu Reino de hermandad
por el amor y el servicio a nuestros prójimos.
Es lo que esperas de nosotros donde quiera nos encontremos y el oficio que realicemos.
Quiero, Señor Jesús, compartir tu amor por toda la creación.
Concédeme sabiduría y capacidad para usar la tierra sin destruirla
y poder dejar a mis hijos un espacio de vida en buenas condiciones.
Ayúdame a darme cuenta de mi dignidad de ser humano
y dame valor para unirme a los agricultores
en busca de mejores condiciones para nosotros y para todos.
“Sólo así la tierra podrá cantar tus alabanzas
pues la gloria de Dios es el hombre viviente” (San Ireneo).

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