domingo, 14 de octubre de 2018

Al cabo de unos años...

             F. Ulibarri

Y al cabo de unos años, más o menos,
tras una buena dosis de aventura y desengaño,
volvemos a encontrarnos cara a cara,
porque queremos y aún soñamos,
con el Maestro que nos miró con cariño
aunque no seguimos su camino.
Y es que sus cuatro palabras
tan claras, suaves e imperativas
-ve, vende, da, sígueme-
se nos quedaron tatuadas en el alma
y no hemos podido borrarlas,
a pesar de sumergirnos en otras ofertas y baños.
Volvemos, nos acercamos, soñamos.
Y el Maestro, que no acostumbra a cambiar,
nos mira con viva esperanza,
y nos presenta nuevamente su alternativa
a contrapelo de la cultura que se estila:
vender, dar, no almacenar, vaciarse...
y seguirle olvidándose de ser héroes.
Y, al fin, le damos crédito y le aceptamos;
empezamos a vivir la vejez,
a pesar de las pérdidas y disminuciones,
como un camino de vida plena,
confiando a fondo perdido en su propuesta.
Y es que, Él no nos salvó por su poderío y fuerza,
sino por su vaciamiento y pobreza.
Por eso le dejamos a Él el volante y la brújula,
el mapa de carreteras y las preguntas,
para ver cumplido nuestro sueño y su promesa.
Hoy, Señor, nos fiamos y no oponemos resistencia.

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