Tony de Mello
De
joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: 'Señor, dame
fuerzas para cambiar el mundo'.
A
medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado
media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y
comencé a decir: 'Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en
contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy
por satisfecho'.
Ahora,
que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo
estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: 'Señor, dame la gracia
de cambiarme a mi mismo'.
Si
yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario