domingo, 21 de abril de 2019

No lo podemos callar: ¡HA RESUCITADO!

No lo podemos callar: ¡HA RESUCITADO!
No lo podemos apagar: ¡HA RESUCITADO!
Lo débil se ha hecho fuerte, la muerte ha vuelto a la vida,
el llanto es gozo y alegría: ¡HA RESUCITADO!
¿Seremos capaces de no asfixiar el secreto de esta noche?
¿Por qué, si somos hijos de la Pascua, nuestras voces
enmudecen el grito de aquello que nos hace eternos?
¡HA RESUCITADO!
Sean nuestros cuerpos instrumentos que irradien
la alegría de Cristo Resucitado.
Sean nuestras voces cánticos que destellen y reflejen
la alegría interna de los hijos de la VIDA.
Sean nuestros pies mensajeros de un mundo nuevo,
un mundo que necesita el esplendor de la Pascua,
unos hombres que desconocen que gracias
a un Cristo humillado y muerto nos ha hecho inmensamente ricos,
herederos de una vida que ya no se acaba.
¡HA RESUCITADO!
Con el Señor, despertemos a la vida.
Con Jesús, levantemos nuestros cuerpos postrados.
Con Cristo, agradezcamos a Dios su poder y victoria.
Con el resucitado, gritemos que la muerte...
ya no es muerte... que es un sueño que termina.
¡HA RESUCITADO! Hoy, la noche, ya no es noche.
Todo queda prendado por la belleza de Aquel que nos hace pasar
de la tiniebla a la luz, del absurdo a la respuesta,
de la mentira a la verdad, de la humillación a la gloria,
de la tierra al cielo, de la esclavitud a la libertad.
¡HA RESUCITADO! ¿No lo ves? ¿No lo sientes?
¿No lo oyes? ¿No lo vives?
¡Sí! ¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡ALELUYA!

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