sábado, 19 de octubre de 2019

Gracias por los misioneros

Queremos darte gracias, Padre santo, y alabarte por tu Hijo,
el primer enviado, el primer misionero,
y por los misioneros que se han ido lejos enviados por Ti.
Gracias, Padre, porque ellos no dan oro ni plata, sino sus vidas:
se dan a sí mismos y dan, simple y llanamente, testimonio de ti.
Gracias, porque para los poderosos de este mundo,
entregan su vida a cambio de nada,
casi siempre en el anonimato de los elegidos por tu Palabra.
Gracias por estos hombres y mujeres,
seguidores de tu Hijo, llenos de valor en su sencillez.
Ellos no aceptarían que les llamásemos héroes
porque quieren ser fieles a la parábola de tu Hijo Jesús:
aquello de los trabajadores que, al final de la jornada,
dicen con naturalidad: «siervos inútiles somos».
Gracias, Padre, porque son muchos los misioneros
que dicen con sinceridad que son felices
y que no se cambiarían por nada ni por nadie.
Ayúdales en su trabajo, casi siempre entre los más pobres,
Ayúdales a ofrecer cada día con generosidad
a los pobres de la tierra la Palabra de tu Hijo:
anuncio de vida, de esperanza, de liberación, de salvación.
Y ayúdanos a nosotros a ser misioneros en nuestra sociedad,
donde es difícil creer en ti, anunciar tu mensaje, seguir tu llamada.
Y, finalmente, gracias, otra vez, por tu Hijo Jesús,
el primer misionero, que nos enseñó a todos
el camino de la fidelidad a tu Palabra:
camino de entrega y generosidad, camino de amor y misericordia,
camino de vida buena y bella de verdad.

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