lunes, 30 de abril de 2018

Amigos verdaderos

Hace algún tiempo, estando en mi casa, hacia las once de la noche, recibí la llamada telefónica de un muy buen amigo mío. Me dio mucha alegría su llamada y lo primero que me preguntó fue:
- «¿Cómo estás?».
Y sin saber por qué, le contesté:
- «Muy solo».
- «¿Quieres que charlemos un rato?»
Le respondí que sí y me dijo:
- «¿Te parece bien que vaya a tu casa?».
Y respondí que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos ya estaba llamando a mi puerta. Yo empecé a hablar durante horas y horas de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas y él, atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día, yo estaba agotado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía, sobre todo que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores; me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
- «Bueno, pues me voy, tengo que ir a trabajar».
Yo me sorprendí y le dije:
- «Pero, ¿por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar? Mira la hora que es, no has dormido nada y yo te he estado hablando durante toda la noche».
El sonrió y me dijo:
- «No hay problema, para eso estamos los amigos».
Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Lo acompañé hasta la puerta de mi casa, y cuando él se dirigía hacia su automóvil le grité desde lejos:
- «Oye amigo, y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?».
Él regresó y me dijo en voz baja:
- «Es que te quería dar una noticia...».
- «¿Qué te ha pasado?», le pregunté.
- «Ayer, me dijo él, fui al médico y me ha dicho que mis días están contados, tengo un tumor cerebral, no se puede operar, y sólo me queda esperar...».
Yo me quedé mudo y paralizado. Él me sonrió y me dijo:
- «Que tengas un buen día amigo». Se dio la vuelta y se fue.
Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación y me pregunté una y otra vez, por qué cuando él me preguntó, ¿cómo estás?, me olvidé de él y sólo le hablé de mí. ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación? Esto es increíble...
Desde entonces mi vida ha cambiado, suelo ser más crítico con mis problemas e intento disfrutar más de las cosas buenas de la vida, ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero. Él todavía vive y procuro disfrutar más el tiempo que convivimos y charlamos, sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo...
«No hay amor más grande que dar la vida por los amigos».

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