martes, 30 de julio de 2019

Os traigo Luz

Os traigo la luz, para que brille en la oscura tiniebla,
para que vuestra muerte ya no sea un para siempre.
¿Aún me preguntáis qué os traigo?
Mi cuerpo lacerado, pero victorioso por el Creador.
Mis manos taladradas, pero abiertas para abrazaros.
Mis pies atravesados, pero dispuestos a acompañaros.
¿Y todavía me preguntáis que qué os traigo?
Os traigo el secreto para ser fuertes: la fe.
Deposito ante vosotros la posibilidad de ser libres,
el esfuerzo de quien sabe que hay un Alguien después,
la seguridad de que, tras el velo del dolor y de la muerte,
mi Padre os aguarda a los que esperáis y creéis en El.
¿Qué nos traes, Señor, en esta mañana?
Os avanzo una gran noticia: la muerte, con la mía
ha sido aniquilada y vencida.
Cuando un día caigáis en sueño profundo,
comprenderéis el fruto de cada amanecer pascual:
seréis eternos, como mi Padre es eterno,
estaréis convocados a una fiesta sin final donde, vuestros ojos,
se asombrarán ante la belleza del rostro de Aquel que os creó.
¿Todavía me preguntáis qué os traigo?
Frente a un mundo pequeño, os regalo un Reino inmenso.
Frente al llanto del suelo, os garantizo la dicha eterna.
Frente a la cruz pesada, os anuncio el consuelo divino.
Frente al absurdo de la muerte, la vida conquistada.
Y, junto con todo esto, os traigo un ruego:
¡CREED EN DIOS! ¡ESPERAD EN DIOS!
Que El, como a mí, os dará vida plena y resucitada.

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