miércoles, 24 de julio de 2019

Relatos breves Tony de Mello-5


10.
El predicador estaba aquel día más elocuente que de costumbre, y todos, lo que se dice todos, soltaron la lágrima. Bueno, no exactamente todos, porque en el primer banco estaba sentado un caballero con la mirada fija en un punto delante de sí, totalmente insensible al sermón.
Concluido el servicio, alguien le dijo:
- “Ha escuchado usted el sermón, ¿no es cierto?”
- “Por supuesto, respondió fríamente el caballero, no estoy sordo”.
- “¿Y qué le ha parecido?”
- “Tan emocionante que daban ganas de llorar”.
- “¿Y por qué, si me permite preguntárselo, no ha llorado?”
- “Porque no soy de esta parroquia”.


Un hombre fue al doctor y le dijo:
- “Doctor, me duele todo. Cuando me toco la cabeza, me duele. Cuando me toco aquí, la panza, me duele. Si paso mi dedo por mi rodilla, me duele; y lo mismo sobre mis pies. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo aliviar este dolor?”
El doctor lo auscultó cuidadosamente y luego le dijo:
- “Tu cuerpo no tiene nada. Es tu dedo el que está roto”.

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